Los viajeros que reservan con aerolíneas de bajo coste ven a menudo la llegada a un aeropuerto regional y el largo viaje hasta su destino como el precio que tienen que pagar por una tarifa de bajo coste.
Vuele con una compañía de bajo coste a París y probablemente aterrizará en el aeropuerto de Beauvais-Tillé, a unos 85 kilómetros al noroeste de la capital.
Si reserva para Milán, es posible que llegue al aeropuerto internacional de Orio al Serio, más cerca de Bérgamo que de la capital italiana de la moda.
Pero en lugar de verlo como un inconveniente, considere la posibilidad de aprovecharlo para explorar algunas de las ciudades menos conocidas de Europa.
Pasee por los canales y beba prosecco en Treviso (Italia)
Aunque las aerolíneas de bajo coste vuelan al aeropuerto Marco Polo, el más cercano a Venecia, es probable que encuentre vuelos más baratos al aeropuerto de Venecia-Treviso.
Si quiere ir directamente a la ciudad flotante, el trayecto en autobús es de más de una hora. Pero a sólo 10 minutos en autobús está el elegante centro de Treviso.
Treviso tiene sus propios canales flanqueados por residencias patricias y árboles salientes. Las calles adoquinadas del centro están flanqueadas por casas adosadas decoradas con frescos románticamente descoloridos, mientras que la grandiosa Piazza dei Signori alberga el Palazzo dei Trecento, del siglo XIII.
La ciudad está a sólo media hora de las prestigiosas colinas de Conegliano, donde se elabora prosecco, por lo que sus refinados bares son perfectos para tomar un aperitivo de vino espumoso local antes de cenar.
Encuentre la majestuosidad medieval en Girona, España
Puede que el aeropuerto de Girona-Costa Brava sea el segundo más cercano a la turística Barcelona, pero sigue estando a 100 kilómetros.
Como su nombre indica, está mucho más cerca de la ciudad de Girona, a la que se llega en 16 minutos en autobús.
El centro medieval posee riquezas arquitectónicas para los aficionados a la historia, como los imponentes restos de fortificaciones militares, el laberíntico barrio judío y la majestuosa catedral de piedra pálida.
Si lo que le atrae es la gastronomía -ricos guisos de pescado con tomate y mar i muntanya de pollo y gambas al ajillo-, comer fuera es un 25% más barato en Gerona que en Barcelona, según el comparador de precios Numbeo.
Visitar los eruditos colegios universitarios de Cambridge (Reino Unido)
Con cinco aeropuertos para elegir, volar a Londres es comprensiblemente complicado. Las tarifas del aeropuerto de Stansted suelen ser las más baratas, pero los viajeros tienen 50 minutos de viaje en tren o autobús hasta la capital.
En media hora de tren, sin embargo, se llega a la ciudad de Cambridge, famosa por su universidad centenaria.
Con parques y riberas, Cambridge es rural y pintoresca. Las calles adoquinadas del centro están atestadas de ciclistas y hay pequeños cafés acogedores en cada esquina.
Paseando por las calles principales, verá arcos rococó, agujas góticas y columnatas neoclásicas pertenecientes a colegios universitarios que datan de épocas tan remotas como la Edad Media.
El más imponente es el King's College. Su capilla fue construida bajo el patrocinio de cinco reyes diferentes de Inglaterra.
El edificio, de casi 90 metros de largo, se asemeja a una inmensa catedral con vidrieras caleidoscópicas, simbología heráldica tallada en piedra y un fascinante techo abovedado.
Admire las maravillas arquitectónicas de Beauvais (Francia)
Puede que el aeropuerto de Beauvais-Tillé tenga el nombre comercial de París-Beauvais, pero se encuentra a más de una hora de la capital francesa.
Sin embargo, el centro de Beauvais está a sólo 15 minutos en autobús.
Beauvais es una ciudad pequeña comparada con París, pero de gran riqueza cultural. Su atracción estrella es la catedral Saint-Pierre, una grandiosa iglesia gótica con altísimas agujas y la bóveda más alta del mundo.
También alberga un reloj astronómico del siglo XIX con 52 esferas que muestran las posiciones de los planetas en el sistema solar y la hora actual en 18 ciudades de todo el mundo.
El palacio episcopal de los obispos de Beauvais, que parece sacado de un cuento de hadas, es hoy el Museo del Oise. Alberga una colección de cerámicas antiguas, objetos arqueológicos, estatuas de mármol y pinturas de los siglos XIX y XX.
